Tras la fuerte experiencia de encuentro con Jesús Eucaristía en Palomares del Río, san Manuel González descubre que esta especial sensibilidad para con Jesús abandonado, estaba presente en el corazón de otras muchas personas. Así es que en 1910 invita a un grupo de mujeres a llevar compañía a los Sagrarios menos frecuentados. Así, ese 4 de marzo, nacen las Marías de los Sagrarios-Calvarios. San Manuel eligió este nombre recordando que, en el Calvario, Jesús estaba acompañado de su madre, san Juan y algunas mujeres. Su anhelo era que en cada Sagrario hubiera, al menos, tres almas que acompañaran a Jesús en su vida eucarística. A los pocos meses, y a pedido de un novicio benedictino, surge la rama masculina, con los mismos fines, a la que denominó Discípulos de San Juan.

También muchos niños y jóvenes aceptaron gozosos esta invitación conformando, respectivamente, la Reparación Infantil Eucarística (RIE) y la Juventud Eucarística Reparadora (JER).

Estas ramas, en su conjunto, se denominan Unión Eucarística Reparadora (UNER).

Siendo obispo de Málaga, san Manuel funda, en 1918, los Misioneros Eucarísticos Diocesanos, sacerdotes seculares que viven la espiritualidad eucarística reparadora. Actualmente, esta rama está resurgiendo después de haber desaparecido durante la guerra civil española.

El 3 de mayo de 1921 nacen las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, a partir de un grupo de Marías de los Sagrarios que comienza a vivir en comunidad, expresando su consagración mediante la profesión de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.

Las Misioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret (MESN), asociación pública de fieles con votos, completan la Familia Eucarística Reparadora.

Todos juntos conformamos la gran Familia Eucarística Reparadora, extendida en numerosos países. Con nuestro testimonio y apostolado queremos llevar a todos los rincones del mundo la Buena Nueva de la presencia viva de Jesús en la Eucaristía. Hemos descubierto que Dios es el centro de nuestra vida y, con gozo y entusiasmo, queremos transmitir esta alegría a todas las personas, los cercanos y los alejados, los creyentes y también los escépticos.