SACAR VIRUTAS

¿Cómo es posible que algunas personas estén dispuestas a abandonarlo todo para unirse a una congregación religiosa? La respuesta es más sencilla de lo que parece: el amor. En nuestro caso, hemos tenido una experiencia de encuentro con el amor gratuito y desbordante de Jesús en la Eucaristía. Fue entonces cuando descubrimos que Dios nos llamaba para una misión, la de procurar por todos los medios posibles, que todos le conozcan y le amen.

En la escuela del seguimiento de Jesús, somos aprendices en su taller. Ser aprendiz implica seguir activa y personalmente los pasos del Maestro. Es propio del aprendiz hacer lo mismo, es decir, imitar. Esto requiere, además de la gracia de Dios y la buena disposición de la persona, tiempo y dedicación. Nuestro fundador llamaba a este proceso «sacar virutas». Con esta expresión quiso dibujar la vida oculta y humilde de las hermanas, en un ambiente de oración, trabajo manual y formación integral.

ETAPAS FORMATIVAS

En el inicio de nuestra vida consagrada recorremos un itinerario formativo que nos irá preparando, progresivamente, para nuestra entrega total y definitiva.

La primera etapa, denominada postulantado, vivida en comunidad, nos permite discernir la opción de vida que hemos realizado [entre 6 meses y dos años]

El noviciado nos permite profundizar en el carisma y experimentar el estilo de vida en Nazaret, así como su espíritu y misión [dos años]. Concluye con la profesión temporal de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.

La siguiente etapa, el juniorado, o de votos temporales, es un tiempo más dedicado a la formación teológica y a la misión, tiene dos fases, la primera en una casa de formación y la segunda en cualquiera de nuestras comunidades [seis años].

Esta etapa concluye con la profesión de los votos perpetuos con los que Dios nos consagra totalmente y para siempre en esta congregación.

Nuestra vida consagrada es una progresiva configuración con Cristo Eucaristía, esto implica un proceso de formación permanente que compromete toda la persona para responder con fidelidad a nuestra vocación y a los desafíos de la Iglesia y de la sociedad actual.

Mª Soledad (España)

En 70 años largos de vida nazarena casi todos los días leo algo de nuestro fundador, a quien tuve la alegría de conocer. Para mí, Jesús lo es absolutamente todo. Sí, ese es Jesús para mí.

Teodosa Mª (Venezuela)

Una noche que teníamos Adoración Eucarística, el lugar estaba a oscuras solo se veía cierta claridad alrededor de la Custodia; para mí fue el momento en que pude percibir que la oscuridad de la noche era como el abandono del Señor por quienes le conocen. Sentí en ese momento que el Señor me llamaba a la vida religiosa, como Misionera Eucarística de Nazaret.

Mª Sirenia (México)

Vendí todo para encontrar el tesoro, y valió la pena, no la cambiaría por nada y si tuviera que tomar nuevamente la decisión en mi vida, sería la misma, siempre le pido a Dios que deseo morir Misionera Eucarística de Nazaret. Poco a poco fui conociendo el carisma del cual me fui enamorando: llevar el anuncio de la presencia de Cristo Eucaristía a donde no lo conocen. ¡Es maravilloso!

Mª Lucila (Argentina)

Desde pequeña sentí que Jesús se puso a mi lado y me invitó a ser su amiga. Me siento dichosa de crecer junto a Él, a las hermanas de comunidad y a cada una de las personas que voy conociendo. Ellos forman mi gran familia. Deseo ser canal de tanta Vida que brota de la Eucaristía.

Eliana Mª (Ecuador)

Lo más bonito de mi vida misionera lo he vivido junto a los jóvenes, porque me han enseñado a ir más adentro, a cuestionar la fe y la vida, a buscar siempre lo positivo y alegre del camino y a ir sencillamente dando lo mejor de uno mismo.

Mª Epifania (Perú)

Mi encuentro con Jesús fue por medio de su Palabra, cada vez que lo escuchaba en la Misa me llegaba al corazón y fue marcando mi vida y mis decisiones hacia una entrega mas total a Él, porque le descubrí como mi Señor y Salvador, que nos ama tanto y nos acompaña en nuestro caminar, y sentí que me llevaba a Él.

SÍGUENOS