El domingo 20 de septiembre se realizó la apertura de la Puerta Santa en la Catedral de San Antolín, de Palencia, uno de los cuatro templos jubilares concedido por la Penitenciaría Apostólica, con motivo del Centenario de la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret (fundadas el 3 de mayo de 1921). Un tiempo jubilar que el Papa, a consecuencia de la pandemia, ha prolongado hasta mayo del 2022, para que sean muchos los fieles que reciban del Señor abundantes gracias de indulgencia y misericordia.
Presidió el acto y la celebración eucarística el Sr. Obispo de la Diócesis, D. Manuel Herrero, acompañado de numerosos sacerdotes concelebrantes, así como un nutrido número de fieles entre Misioneras Eucarísticas de Nazaret, miembros de la Familia Eucarística Reparadora, sobre todo Marías de los Sagrarios, simpatizantes de la Obra de san Manuel, religiosas de varias congregaciones y amigos de Nazaret.
En la homilía Mons. Manuel Herrero expresó un profundo agradecimiento al Señor por la Congregación, felicitando a las hermanas por su testimonio como consagradas y el servicio pastoral en la diócesis, generación tras generación, trabajando por la eucaristización de esta tierra palentina desde la llegada de su fundador, entregado pastor de esta diócesis desde 1935 hasta su muerte en 1940. Animó a las hermanas a “sentirse enviadas por Cristo, a llevar esta noticia de la Eucaristía con alegría y el espíritu de Nazaret, a fijar los ojos en la humildad de María, en el silencio de José y acoger el misterio de Jesús en medio nuestro”. También alentó a la Congregación a vivir el centenario con esta perspectiva: “Que Cristo sea el núcleo de vuestra vida, llevando una vida digna de él, haciéndonos pan para los demás, entregándonos con ternura a los más pobres, no solo de pan material sino también a los necesitados de la esperanza y la alegría de vivir”.
Antes de la bendición solemne, la Superiora General de la Congregación, Hna. María Teresa Castelló Torres, expresó a todos unas sencillas y sentidas palabras de agradecimiento al Sr. Obispo, a los sacerdotes concelebrantes, a todos los presentes y a la Diócesis en general, por tantos años colaborando y ayudando a las hermanas, desde los principios hasta hoy. Compartió el breve y emocionante telegrama que envió san Manuel el 4 de octubre de 1935 a su hermana María Antonia y a su sobrina María de la Concepción (primera y segunda Superiora general de la Congregación), comunicando la toma de posesión como obispo de Palencia: «Esta mañana tomé posesión. Ya soy palentino a Dios gracias» (Cartas, en OO.CC. IV, n. 6.515).