Nazaret de Santa María Reina fue la segunda casa de la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret fundada en Ecuador, ubicada en la Ciudadela Puerto Azul, en la ciudad de Guayaquil, al lado de la Iglesia María Reina. La Misa de fundación se celebró el 10 de abril de 1997, presidida por Mons. Pasmiño, en reemplazo de Mons. Larrea Holguín, que estaba fuera del País. Concelebraron Mons. Dólera y Mons. Federico Galiardo, director de la Obra de las Marías.
Sueños y anhelos de Marías
Las hnas. María del Pilar Trujillo y María del Carmen Orozco llegaron a Guayaquil un día antes de la fundación y esperando que pronto llegaran más hnas. designadas a este Nazaret. Ellas fueron María Mercedes Muñoz Limonchi, María Cristina Ruiz Alvaredo y María Concepción Olvera. La secretaria de la Obra de las Marías, Ida Raquel Bowen Barreto, escribió en una crónica ese mismo día de la fundación: «Desde tempranas horas de la mañana empiezan a llegar una bandada de palomas blanca mensajeras de paz, son las Marías de los Sagrarios Calvarios con su insignia lila y blanca y con una gran sonrisa de felicidad, porque hoy se cumplen dos acariciados sueños, largamente esperados desde 1985 por nosotras y por nuestro Director Espiritual y Asesor Nacional de la UNER, Mons. Federico Galiardo Baquerizo. El primero, traer a las Hnas. Nazarenas que ya están con nosotros para ayudar a la catequesis de la Arquidiócesis de Guayaquil y la Dirección de este grupo de Marías. Y segundo, construirles una casa de Nazaret de Nuestra Madre Inmaculada Reina de Puerto Azul, que ya se levanta hermosa, de moderna arquitectura y con un ambiente acogedor que invita a quedarse aquí por largo tiempo».
Catequesis para todos
Desde los comienzos, los apostolados de la comunidad fueron muy variados y pintorescos. Principalmente se orientaban a la evangelización y catequesis para recibir los sacramentos. Las hermanas, a través de las Marías, eran muy solicitadas para todo, desde catequesis para regularizar matrimonios comunitarios en las bananeras, como preparar a los catequistas para niños especiales de los familiares de la Fuerza Naval de Guayaquil; desde las catequesis en los barrios más pobres hasta llevar los grupos de confirmación de los colegios renombrados del lugar. Además trabajábamos en un colegio y en los barrios. Las ciudadelas que rodean Puerto Azul, donde asistíamos, conocieron a las hermanas que no escatimaban nada por llegar a sus lugares. Aunque el calor y las tormentas inesperadas se hicieran presentes, ahí estaban sin faltar a su cita, sin importar el camino empedrado o lleno de barro.
Poco a poco se fueron armando pequeñas comunidades alrededor de las celebraciones de la Palabra, que al principio realizábamos en la calle, y con ellas se comenzó a organizar actividades Pro-templo. Hemos visto crecer a la gente en fe y amor a Jesús Sacramentado y a la comunidad, y también cómo se iban levantando las iglesias en cada lugar, con la ayuda del P. Rainiero, párroco de María Reina, que recibía ayudas del exterior.
Después de 4 años de la fundación llegó la camioneta tan esperada y necesitada para poder trasladarnos a los pueblos. Quisimos buscar un nombre para bautizarla, pero era tan multifacética. Sobre todo, dependía de qué hermana la manejara, un día le llamábamos Dulcinea, por lo suave y al otro día, en manos de otra hermana se convertía en Rocinante, por lo enérgica que marchaba.
Cambio de casa
Puerto Azul, ciudadela privada donde se encontraba Nazaret, siempre tuvo dificultades para dejar pasar a las personas que venían a visitar a las hermanas o a las catequesis, u otros asuntos. Pero en el año 2011, se hizo casi imposible esta situación. Y en febrero, con dolor, se decidió cerrar la casa y buscar otro lugar en los barrios abiertos para el acceso de todos a Nazaret. Así se abrió otra casa en el Barrio Las Peñas, prosiguiendo con la misión, pero con otra comunidad de hermanas ya que las anteriores fueron trasladadas a otras casas de Nazaret dispersas por el mundo. Agradecemos a Dios y a la gente tan generosa y cariñosa con las hermanas, por tantos años vividos y compartidos en ese tiempo.
Misión compartida
Después de 24 años, podemos alegrarnos de que existen grupos de la Familia Eucarística Reparadora en todas sus ramas, incluso las Misioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret y los Misioneros Eucarísticos Diocesanos. ¡Está la familia completa! Todas las hermanas estamos sirviendo en los grupos de la FER. Además, ofrecemos a las parroquias Talleres Eucarísticos de los cuales surgen grupos nuevos.
Otras actividades apostólicas
En Semana Santa, los párrocos de los pueblos alejados nos piden colaboración en las Celebraciones, previa misión. Tres años seguidos se hizo la Colada Morada (Postre típico para el día de los difuntos) para sacar fondos. Prepararnos para la Navidad es todo un acontecimiento, pues la Providencia de Dios se luce como siempre, a favor de los más necesitados. Nazaret siempre participó en las distintas Expo-vocacionales, de Laicos o de Carisma, realizando los stands de manera muy creativa y original.
También trabajamos en la Curia y es una oportunidad de apostolados eucarísticos con todos los que atendemos, en especial los sacerdotes. Este año estamos más cerca de los MED y en sus parroquias.
Las dos comunidades de Misioneras Eucarísticas presentes en Ecuador nos reunimos durante el año realizando verdaderos encuentros eucarísticos y fraternos muy enriquecedores. En 24 años nos visitaron dos Madres Generales, disfrutando de la tierra y de su gente tan acogedora. Todas las fechas que celebramos como congregación y como Nación tienen como característica el compartir con la FER todos estos acontecimientos pidiendo se unan a nuestras oraciones, en especial el día 5 de cada mes que pedimos por las vocaciones de Misioneras Eucarísticas de Nazaret.
Un viaje de ida y vuelta
Una anécdota simpática. En el año 2016, dos hermanas con el corazón abierto se dispusieron a tomar el bus para llegar a la casa donde harían sus Ejercicios Espirituales. Sacaron el pasaje hacia Machala y al llegar, llamaron a la hermana de la casa de retiro para decir que ya estaban en donde les habían dicho para orientarlas. La hermana responsable seguía dando señas del lugar: Hotel Oro Verde, debajo de las banderas, cerca del cementerio donde está llegando un cortejo fúnebre. Todo coincidía, pero nada de casa de monjas… un pequeño detalle que, en vez de Machala al sur, era Manta, al norte. ¡Qué risa, cuando se dieron cuenta! Los de seguridad del Hotel que intentaban ayudar se despatarraban de risa al caer en la cuenta. Regresamos a casa y al otro día volver a emprender el viaje, pero hacia el norte con buen puerto. Al llegar los ejercitantes ya en silencio, pero su mirada y rostro eran de risa al vernos. ¡Se habían enterado todos de nuestra aventura!
Signos de vida en tiempos de pandemia
Los primeros tiempos de pandemia, el timbre de la calle se hizo solicitado, sobre todo, de las personas en situación de calle, que buscan algo para comer. Entre ellos apareció Cecilia, de unos 40 años, que se encariñó con las hermanas, ya que éstas le proporcionaban algo más que comida, como charla, interés en ella, útiles de aseo, vestido y ropa interior. Algún que otro día, cuando su obsesión se hacía más presente, el timbre no paraba de sonar a cada rato llamando la atención y los nervios de las hermanas, pero cuando atendíamos al portero y preguntábamos: “¿Quién es?”, resonaba en nuestros oídos y corazón un: “YO SOY”, y no quedaba otra que volver a atender amablemente a Jesús que se hacía llamar Cecilia.
También en este tiempo de pandemia, la Providencia nos hizo llegar dos tablets para dos adolescentes que venían a Nazaret a realizar sus tareas escolares, ¡terminando el año con éxito! En vacaciones surge esta conversación:
– Hola hermana, ¿cómo están?
– Estamos bien, intentando volver a la normalidad.
– ¡Qué bueno! ¿Y hermana Ofelia María?
– Está ya en pie y en la comunidad.
– ¿Qué es la comunidad?
– El grupo de hermanas que vive en esta casa, somos la comunidad de Guayaquil.
– ¿¡Esoooooo!? ¡¡¡Faltamos mi hermano y yo!!!
¡Damos gracias a Dios por la pureza y espontaneidad de un adolescente que se sintió querido, acogido y en comunidad!
¿Sabías que…?
- La Obra de los Sagrarios Calvarios fue fundada en Guayaquil en marzo de 1952. En el año 1953 ya estaba extendida por distintas parroquias, y son más de 200 entre Marías y Discípulos de S. Juan. Una carta del P. Alfonso Jarrín Paez al Moderador General de la Obra en España, da testimonio de ello: «Las Marías, fundadas en mi parroquia por el Excmo. Mons. Heredia, marchan muy bien y van creciendo hasta en número; pero sobre todo en el espíritu de sacrificio, el amor al Santísimo Sacramento y el apostolado. Son almas que unen la acción tropical a la oración fervorosísima. Todos los domingos, a las 4 de la tarde se reúnen las hermanas y gente de la ciudad y durante dos horas pasamos con el Santísimo, conforme al espíritu de nuestro Manual…».
- La UNER de Ecuador participó activamente en el V Congreso Eucarístico Nacional del año 1988. Bajo el lema “Con María a Cristo, Pan bajado del cielo”, en el que estuvo acompañado por las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, que se desplazaron desde la comunidad de Quito.
- La Sra. María Leonor Rada de Plaza, nuestra querida Marujita, ya mayor e imposibilitada, de Puerto Azul, estuvo rezando 7 años pidiendo a Dios que vinieran las Misioneras Eucarísticas de Nazaret a vivir en Guayaquil. Cuando llegaron las hermanas, no dejó de recibir la Comunión de las manos de éstas, durante 6 años, hasta que pudo descansar en paz.
- Los Misioneros Eucarísticos Diocesanos, fundados por San Manuel en febrero del año 1918, resurgieron en la ciudad de Guayaquil nuevamente en el año 2007.
- Los JER de Guayaquil participaron de la Canonización de San Manuel y de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá y todos los años marchan por la vida.
- Cada año, el cuadro con la imagen de San Manuel sale en procesión por las calles el día 4 de enero para su celebración.
¡Felicidades a todas las hermanas que pasaron por Guayaquil e hicieron posible esta maravillosa obra evangelizadora y Eucarística, que nuestro Padre, San Manuel, tanto nos encomendó!
¡Bendito, bendito Emmanuel!