En este mes de octubre nos unimos a la acción de gracias de cuatro Misioneras Eucarísticas de Nazaret que celebran 25 y 50 años de profesión religiosa. Se trata de Hna. María Conceiçao Silva de Almeida, que es portuguesa, y de las hermanas Julia María Abril Maestro, María Elizabeth Acosta Díez de los Ríos y María del Pilar Simón Royo, estas últimas de nacionalidad española.
En la comunidad de Jaén los festejos son dobles, ya que el día 7, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, la Hna. María Conceiçao celebra 25 años de profesión temporal, y el día 11, la Hna. Julia María eleva su acción de gracias al cumplirse 50 años de sus primeros votos.
El mismo día 11, la comunidad de Valencia comparte la alegría de la Hna. María Elizabeth, que también cumple 50 años de profesión temporal. Y al día siguiente, 12 de octubre, Solemnidad de Nuestra Señora del Pilar, Patrona de la Hispanidad, la celebración es en Zaragoza, ya que nuestra Hna. María del Pilar celebra sus Bodas de oro de profesión perpetua.
Damos gracias al Señor por la vida consagrada de estas hermanas, que en este mes misionero celebran un “doble jubileo”, con motivo de su aniversario de profesión y de los 100 años de nuestra congregación. A continuación, compartimos brevemente algunas de sus experiencias en Nazaret.
En primera persona:
«Recuerdo que estando en Perú, fuimos de misión a diversos poblados un Padre dominico, una doctora que aprovechando el viaje atendía a los enfermos del lugar, y yo. En una curva muy cerrada se fue el carro hacia atrás y quedó colgado en el abismo, sujeto sólo por una piedra. Yo salí del carro, y quedé entre la rueda y una piedra, de milagro no me aplastó. Una vez que reaccionamos vimos que necesitábamos ayuda. Bajamos, la doctora y yo, al poblado de donde habíamos partido. La directora del centro escolar se asustó al vernos y rápidamente reunió un grupo para subir a socorrernos. Allí dormimos. Finalmente, al día siguiente llegamos al otro poblado, Vilcabamba, a más de 3.300 metros de altitud. Hacía frío. Era tiempo de helada y en la altura se nota mucho. No había luz eléctrica. Al llegar, ¡qué sorpresa la nuestra! Todo el pueblo nos estaba esperando y lo primero que nos dijeron fue: “Padrecito, celebrarás la Misa para dar gracias a Dios porque no os ha pasado nada”. Era impresionante ver allí a todo el pueblo a la luz de las velas y de unos lamparines. Creo que nunca he vivido una celebración eucarística como aquella. Personas sencillas, que tenían dos celebraciones al año y cómo valoraban la Eucaristía. Fue una llamada especial a renovar mi vocación, a vivir con mayor intensidad cada celebración, a no olvidar nunca que la Eucaristía es la mayor acción de gracias dada al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. De verdad que experimenté, una vez más, que los pobres nos evangelizan» (Hna. Julia María Abril Maestro, Nazaret de Jaén)
«Descubrí mi vocación de Misionera Eucarística de Nazaret porque todos los años el día de Corpus venían dos hermanas desde Zaragoza a mi pueblo, y nos daban charlas; se formó un grupo de niñas reparadoras y Marías del Sagrario, que me hizo mucho bien. Y cada vez iba aumentando mi deseo de entrar a Nazaret. Verdaderamente me siento muy feliz. El aspecto que más me atrae es la relación y la centralidad con Jesús Eucaristía, la vida de oración, la vida sencilla en Nazaret, la entrega callada y oculta. Actualmente, en la comunidad de Zaragoza mi apostolado es la oración, el estar atenta en el arreglo y decoro de la Iglesia, y la escucha a tantas personas que se acercan a nuestra casa. Esta característica nueva de mi apostolado es parte de la identidad de este Nazaret en el que me encuentro hoy (relación con los niños que me acompañan en la oración, en la celebración de los domingos, siendo monaguillos, etc.). Mi deseo y oración en este Año jubilar es que, unidas a María, todas vivamos un amor cada vez mayor a Jesús Eucaristía» (Hna. María del Pilar Simón Royo, Nazaret de Zaragoza)