Un grupo de junioras (hermanas de votos temporales) de nuestra congregación se estaba preparando para realizar este año su profesión perpetua como Misioneras Eucarísticas de Nazaret, pero esto no ha sido posible a causa de la situación de emergencia que provocó la pandemia de la covid-19.
Sin embargo, aunque el itinerario haya cambiado, la ilusión no lo ha hecho, y continúan caminando con fe y alegría en la vocación recibida. Así, día a día siguen preparándose, hasta que llegue la anhelada fecha en que puedan decir sí para siempre. Una de ellas es nuestra hermana María Daniela Zavala, que el día de ayer, 9 de septiembre, renovó sus votos temporales en el Nazaret de Las Palmas de Gran Canaria (España). A continuación, María Daniela nos comparte brevemente los inicios de su vocación y cómo está viviendo este tiempo tan particular.
En primera persona
«La primera vez que fui a Nazaret, fue por una amiga. Era la despedida de una hermana que enviaban a otro país. Yo acepté la invitación, pero convencida de que sólo lo hacía por acompañar a mi amiga. Me atrajo todo lo que vi aquel día. Estaba toda la Familia Eucarística Reparadora, era un ambiente de fiesta de familia lleno de sencillez y acogida, en el que cada grupo expresaba su agradecimiento hacia la hermana con alguna actividad creativa. Me llamó la atención el testimonio de aquella hermana, tan llena de alegría y gratitud por todo, pero a la vez, tan desprendida y dispuesta a ir allí donde el Señor la quería. Pero, sobre todo, me llamó la atención que el centro de todo era Jesús Eucaristía, a quien se le trataba con una especial delicadeza y cercanía. Salí de allí con un poco de miedo, porque tenía deseos de volver. Cuando conocí todo un poco más, comencé a leer los libros de San Manuel y al leerlos me hacía experimentar a Jesús con tal cercanía que, aunque en mi pueblo no había Sagrario y los libros los leía en casa, sentía como si estuviera delante de Jesús en el Sagrario, eso me ayudó a crecer en la amistad con Jesús y en el deseo de dar a conocer a los demás su presencia viva y su amor.
¿Cómo vives este tiempo de preparación a la profesión perpetua?
Este tiempo de preparación a la profesión perpetua lo vivo como un tiempo de gracia en abundancia, pues estamos viviendo un Año jubilar y eso tiene un plus. En medio de esta realidad de nuestro mundo que sufre por la pandemia, está siendo una llamada a abrazar esta vida en fidelidad, a saber permanecer en el Amor de Jesús en la cruz y en el Sagrario, a estar con Él allí donde está abandonado, para acompañarlo y consolarlo. Es un tiempo de gratitud por toda nuestra historia de salvación y redención; por tanto bien recibido a través de nuestros fundadores y de tantas hermanas que han sabido custodiar y hacer crecer el don de nuestro carisma. Gratitud también, por quienes me han acompañado en este camino y me han mostrado el rostro de un Dios cercano y misericordioso. Es un tiempo de ir a la raíz, de profundizar en el don de la vocación recibida y de confiarle a Él la ofrenda de mi vida, con la mirada fija en Él y la esperanza de que, unida a Él, todo es posible.
En este tiempo, tengo muy presentes a las personas que sufren, a ellos quiero decirles que los acompaño con mi oración y deseo que experimenten la cercanía de Jesús que nos acompaña. Él nunca nos deja, su Amor Providente cuida de nosotros y no nos abandona, estamos en buenas manos. Mi deseo para este Año jubilar es que seamos fieles al don recibido, que Jesús siga siendo conocido y amado a través de nuestra vocación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Sueño que Nazaret crezca y de mucho fruto de Amor reparador, de cercanía y de entrega como Jesús en la Eucaristía. Que todo en nuestra vida sea para su mayor Gloria» (Hna. Mª Daniela Zavala, m.e.n.).